martes, 14 de diciembre de 2010

Se me vienen los plazos encima. Tengo unos ficheros de Excel que detallan, aunque parezca raro, lo que significa la palabra Canada. Canada puede significar más de una cosa, parezco haber decidido. Y eso es lo que me mantiene ocupado.

La semana pasada tuve mi primera visita, mi amiga Laura a quien tal vez podéis conocer por otro nombre. Resulta que Laura se hizo amiga de una chica danesa que se llama Lise cuando la danesa estaba visitando Barcelona haciendo su tesis sobre el difunto Hort Comunitari de Gràcia. Así que Laura vino a vernos, aunque se quedó en casa de Lise, todo sea dicho, de manera que yo sólo puedo considerarme viceanfitrión. Pero entre su (encantadora) amiga y yo la hemos llevado a sitios.

Aquí están ambas, con un cameo de Frenazø, en el Assistens, el cementerio donde están enterrados Hans Christan Andersen y Søren Kierkegaard. Se percibe algo de desaprobación en esta fotografía. Algo habrías hecho.
En el Assistens hay otros muertos, menos célebres, pero muy reseñables, como este señor que era numismático y parece haberlo sido mucho, tanto que se lo pusieron en la lápida.
Y otro individuo, un académico al que, no contentos con ponerle Prof. delante del nombre al enterrarlo, le asignaron una piedra con glifos rúnicos vikingos, haciendo gala de la adhesión escadinava a la máxima de las tres erres: Reducir, Reutilizar, Reciclar.

Unos amigos de Lise y su novio tuvieron la amabilidad de invitarnos a pasar el sábado tarde haciendo decoraciones navideñas y a cenar con ellos. Nos lo pasamos muy bien.

Y cenamos mejor. ¿No os hace pensar en Durero?

El domingo, después de un desayuno a gusto de todos (con manchego, pan con tomate, pan de centeno y mermelada local) nos fuimos a Louisiana, un museo de arte moderno que está en las afueras, algo más lejos que el parque de los ciervos.

El emplazamiento es precioso, y hasta tienen algún videoarte que no da pena. En una sala se proyectaba una escena en la que un McDonald's se inundaba.

Ahora hay dos exposiciones temporales, una de Anselm Kiefer y la otra de Walton Ford. Aquí vemos a unas personas congregadas alderedor de un marabú con la boca llena de fruta.

Walton Ford hace cuadros inspirados en las ilustraciones de cierto naturalista decimonónico, pero las acompaña de textos en los que un humano ha presenciado algo realizado con el animal representado, o a veces son representaciones simbólicas con voluntad de contenido político. En el cuadro del antílope bajo de estas líneas, se hablaba de un cazador que se sentía culpable por haber malherido a un antílope sin matarlo, de manera que éste tendría una muerte lenta y dolorosa, seguramente a manos (¿manos?) de las hienas.

Casi todo son grandes formatos, la imagen de abajo es un detalle de una manada de lobos blancos cazando un búfalo.
Y por último, Anselm Kiefer, muy recomendable. Allí costaba hacer más fotos destranjis.
Durante estos días hemos hecho, inevitablemente, muchas referencias a Fargo, sobre todo cuando nos subíamos a un coche o caminábamos por la nieve.

Creo que han sido unos días muy buenos para Laura, y desde luego lo han sido para mí. Pero en realidad lo bonito de las visitas de los amigos o de la amistad en definitiva no es tanto hacer cosas excepcionales, sino disfrutar juntos de lo cotidiano. Aquí salimos cenando en un sitio al que tanto Lise como yo vamos bastante, favorecidos por la lente empañada como tan bien nos ha enseñado Sara Montiel.
Mañana y pasado mañana se observa un ritual conocido como Comida de Navidad (Julefrokost, en danés), uno del curro y otro del departamento. Ya haré alguna reseña de esta festividad, porque estas gentes se toman la Navidad realmente en serio.

Mi danés, ya que preguntáis, está en el estadio de lo semiútil. Puedo entender la prensa a grandes tiros pero no me entero de nada cuando me hablan, y lo que sé decir es muy básico. Tiempo al tiempo.