martes, 31 de agosto de 2010

tercer martes (esta vez con sol)

Como Victor y Edu estaban de visita, este jueves hicimos juntos una de esas cosas que toca hacer: tomar un tren de media horita que atraviesa un puente marítimo y plantarnos en Malmö, que viene a ser como Bellvitge o Cerdanyola pero con gente más rubia.

En Malmö hay una playa en la que el césped da paso a las algas, dejando sólo unos palmos de tierra salada. Hay edificios bonitos y un cachivache de Calatrava ahí en medio, el Turning Torso, que me hace pensar en este articulete de El Mundo Today:
http://www.elmundotoday.com/2009/05/calatrava-disena-una-cosa-blanca-con-pinchos-para-la-zona-cero/

Hay un restaurante-balneario en el agua, unido a la playa por una pasarela.
Eran las fiestas de allí, así que había unas personas haciendo música con máquinas de escribir y cajas registradoras.
Y, por último, entramos en un supermercado y cuál no sería nuestra sorpresa al encontrarnos una caja de bombones conmemorativos del enlace matrimonial de Victoria de Suecia. Obsérvese el churrete.


Ayer, además, recibí esto:

Es la primera postal que recibo en esta casa, antes que cualquier correspondencia del banco o las cartas del banco de sangre con chantaje emocional. Es una postal muy bonita que me han mandado Miquel y Anna (de quien tengo que decir, al menos, que ronca como un asno según ella misma me ha dicho) desde Japón. La botella la he comprado yo.

Ayer hablé con mi padre por teléfono. Me dijo que no le acababa de parecer bien tenerse que enterar de mis cosas a través de un blog en lugar de recibir información más personalizada (y más filtrada). Mi progenitor hizo hincapié en el Asunto Francotirador, y en como le parecía divertido aunque de poco gusto. Pues bien, el susodicho asunto ha sido resuelto, aunque sea de forma temporal.
He cubierto las ventanas con papel de seda, no resta luz y me ha salido por unos dos eurillos en total. Pienso hacer lo posible para no tener que emplear un taladro en una habitación que no es completamente mía

jueves, 26 de agosto de 2010

una habitación propia

¡Por fin consigo sentarme a escribir! Y lo digo en el sentido más literal; acabo de ensamblar una silla SKRUVSTA (esa silla de oficina redondita de ikea que parece un tamagotchi o algo de Kubrick). Lo cierto es que Kubrick viene muy al caso porque, después de un día y medio montando cosas de ikea (con interrupciones y contratiempos como la ausencia de martillo, es muy difícil comprar un martillo en el centro de Copenhague), uno tiene la sensación de haber tocado el obelisco de 2001.

Y es que he estado montando cosas de ikea porque, efectivamente, ya tengo donde quedarme. Quería buscarme un piso para mí solo pero era mucho jaleo y bastante desembolso. He encontrado una habitación en el centro (la tercera opción de la que hablaba en el post anterior). Y es en el centro, centro, centro. En Løvstræde:


Ver mapa más grande

Vivo con Peter, el propietario, que tiene tres hijos de 20, 14 y 10 años, aunque sólo la mediana y el pequeño viven con él. Y sólo cada dos semanas, porque aquí la custodia compartida es automática. Me explicaban que las familias divorciadas y recasadas tienen graves problemas de logística muy a menudo, con niños yendo y viniendo como la radio cuando vas en coche entre montañas. Peter es profesor de danés y mates en primaria y secundaria, y hace cosa de ocho años que alquila dos cuartos para sacarse unas perrillas. La otra habitación alquilada la tiene Hannah, una chica noruega de 20 años, estudiante de matemáticas financieras o algo así.

El piso está muy bien, la cocina y el baño no dan grima (se conoce que los baños copenhaguenses pueden ser realmente terribles) y la habitación tiene suelo de madera y mide unos 20 metros cuadrados, así que no tengo que mover la cama para abrir el armario. Por supuesto, no tiene cortinas. Tampoco es que haya habido mucho que ocultar, pero uno tiene que masturbarse con la espalda pegada a la pared de entre las ventanas, como si fuera un francotirador.

Pensándolo mejor, si que ha habido cosas que ocultar. No tenía previsto pintar paredes, y sólo me había traido ropa que me gusta, ningun pantalón de chandal del Alcampo ni una camiseta de Taller Mecánico Lozano, de manera que terminé pintando mi habitación en ropa interior.


El armario en cuestión es, por desgracia, un ANEBODA. Teniendo que administrar el presupuesto, y primando siempre el gasto en colchón antes que en otras cosas, he acabado comprando dos cosas (cajonera y armario) de una de las lineas de ikea que menos me gusta. Pero se imponía comprar unos muebles blancos de chichinabo y acabaron siendo estos.

Durante los días que llevo aquí, he estado con un par de amigos de barcelona residentes aquí (Xavi y Mireia por un lado, Pau por otro), con una compañera de clase de cuando vivía en Berlín (Ajla, bosniodanesa). Pero, además, ha pasado mucha gente visitando: Tommaso, Alexandra (doctoranda de la UPF), Edu y Víctor.



Además, Bolette Pedersen, mi directora danesa, me invitó a cenar en su casa el domingo pasado, con su marido y su hijo. Tanto ella como su marido vivieron en Madrid durante los 80, así que hablan un español muy bueno, con anécdotas sobre La Movida y observaciones sobre La Transición. El marido de Bolette es de las Feroe, y cenamos un trozo de halibut estupendo que ellos mismos habían traído, congelado y envuelto en papeles, de tapadillo, en el vuelo de vuelta de sus vacaciones, acompañado de endivias al vapor y espinacas de su huerto. ¿Ni tan mal, no?

Pero seamos honestos, estos días han pasado a base de comida rápida, chino en cajas de cartulina parafinada, bocadillos y ramadán de desayuno (hincharse por la mañana para no tener hambre hasta tarde) en el bufet del hotel. Ha habido alguna excepción, como la cena improvisada en casa de Xavi (ensalada, pan de ajo, queso), la fiesta temática de comida rumana de los amigos de Xavi (estofado de cerdo y col, crema fría de berenjena, albóndigas, y un queso de oveja que se envuelve en corteza de abeto y cuya capa exterior sabe a árbol) o la pasta fresca con hueva de salmón con la que acabo de estrenar la cocina del piso. Y albóndigas de estas, claro.

martes, 17 de agosto de 2010

primer martes de lluvia

Hoy he hecho dos de las cosas importantes que hay que hacer cuando uno llega a un sitio nuevo en general y en particular: comprarme un móvil de prepago y una bicicleta.

La bicicleta es de segunda mano, frena pedaleando hacia atrás (cosa que no me gusta nada porque es un lío) y es de un bonito verde bastante feo. Todavía no le he puesto nombre, estoy entre Luci y Quemasfalto 2000.



He tenido que pagar la bici al contado, lo que se traduce en sacar dinero de un cajero. ¡Y qué bonitos que son los billetes de múltiplos de cien coronas!



Mañana tengo dos visitas a pisos, por la mañana con un señor que me ha dicho en muy mal inglés con acento de oriente medio que nada de fiestas ni nada, y la segunda con una señora danesa que parecía la mar de correcta y de en-su-sitio. Estoy a la espera de que me digan otra cosa de un piso regentado por una investigadora española en bioquímica que alquila su piso pero no está en Copenhague de momento. Por zona me interesa más la de Sasberhan (creo que el señor de oriente medio ha dicho que se llamaba así), pero toda nuestra conversación me ha hecho pensar en la escena del espadachín que hace florituras con el alfanje en una de Indiana Jones, al que Indy acaba por sacudirle un tiro. Y además creo que vive en el piso de abajo. No sé yo.

En ell hostal, he tenido una larga conversación en el pasillo con un matrimonio colombiano. Él había hecho un máster de arquitectura sostenible en la UPC y me ha hablado maravillas de la programación neurolingüísta, que es algo que más que el ánimo, me levanta la ceja, con ese nombre rimbombante. Pero muy majos, oye.

Y, como primera impresión, este sitio no me parece tan caro. Sí, los precios son un 120% de lo que cuestan las cosas en Barcelona, pero la vivienda cuesta más o menos lo mismo.

domingo, 15 de agosto de 2010

transcentalidad percibida

«[...] Sea la abscisa el tiempo, y la ordenada el estado de ánimo expresado como un escalar (sobre la expresión escalar del afecto, cf. Williams y Haegeman:1998; Krombach:2009) [...] Vemos que se obtiene una gráfica de este estilo (la gráfica es una idealización lineal, los casos reales suelen ser funciones de mayor complejidad, pero la curvatura no es relevante en este caso):

Podemos observar la no periodicidad, los puntos de no derivabilidad, etc. No obstante, si delimitamos un intervalo cerrado:


Vemos como se hace patente el fenómeno de la THF (Trascendentalidad de Hauptmann-Feuerwerker o trascendentalidad percibida a secas), expresado por el siguiente Teorema:

Teorema de la trascendentalidad percibida de Hauptmann-Feuerweker

Para un intervalo temporal dado e igual o mayor que medio año, la trascendentalidad de lo sucedido durante dicho intervalo parece superior según un factor TP definido como la suma de puntos de no derivabilidad del intervalo, dividida por la distancia de edición entre las fechas inicial y final del intervalo.

Exempli gratia:

Si tomamos el intervalo comprendido entre el 04/08/2006 y el 04/08/2010 (que difieren en dos símbolos y tienen una distancia de edición de 2) e identificamos 5 puntos de no derivabilidad, vemos que el factor TP para este intervalo es de 5/2 = 2,5.

Es decir, que la transcentalidad percibida del intervalo que separa (o une) el día que volví de Alemania con el día que me voy a vivir a Dinamarca es dos coma cinco veces superior a la real. Lo justo para que parezca importante[...]»

Martinez, H: 2010, "An application of the Hauptman-Feuerwerker theorem to sentimental emigration", in Journal of Spurious Systematics, Armherst, MA.


sábado, 14 de agosto de 2010

Adiós, casa

Adiós, curiosa forma de huevo pintada alrededor de la puerta del salón.
Adiós, videointerfono
Adiós, Hokusai del recibidor.
Adiós, cartón de vino de cinco litros

sábado, 7 de agosto de 2010

Adiós, barrio

Adiós, Armería Izquierdo.
Adiós, cristalería espantosa.

Adiós, Moria Tattoo.

Adiós, carrer Blai.




miércoles, 4 de agosto de 2010

Adiós, curro

Adiós, impresora temperamental.

Adiós, números gigantescos que indican las plantas.



Adiós, diccionarios.



Adiós, chimenea con andamio.