lunes, 28 de noviembre de 2011

Fundador de Imperios Simétricos



Aviso: os podéis saltar alegremente lo que he escrito. Pero por vuestra madre, haced click en las imágenes y leed el texto.



Los amigos en casa me mantienen al tanto de la actualidad, también de la de tipo político. Miquel, por ejemplo, me ha hecho llegar esta maravilla que se encontró en el tren. Alguien esta confirmado en teoría como Presidente de la Tercera República Confederal Catalana, Vasca, Gallega, Ibérica, Europea y Mundial, porque no se ha ido a "hechar semen-vaginal en ilegales urnas nazi-emparejadas".

El teórico presidente de la TRCCVGIEM se muestra crítico con el el resultado de los comicios y dice que "han asesinado las alegrías del Matrimonio Colectivo y la Patria Potestad Colectiva, sin vivienda prostíbulo ni derecho de pernada". Justifica los origenes históricos de la convergencia nazi-emparejada en "una nación rúsia" que causó dos guerras mundiales. Por último propone una alternativa en forma de "Representatas rotativa-gratuita, cadena informativa, Programa Planificado-Descontaminador-desarmar-desemparejas-investigación colectiva, Fin Al Paro". Y firma como Alcalde-Presidente Mundial

La firma es lo que ha ganado mi adhesión a sus creencias. Es decir, definirse como Presidente, Dictador, Autarca, Emperador, Soberano o Malo de Fin de Pantalla Mundial lo hace todo el mundo. Pero la alcaldabilidad suele pasar por alto. Que el autor de este pasquín considere la importancia del gobierno local me admira, porque revela su compromiso con la máxima de "pensar global, actual local" que tan de moda estuvo hasta que dejó de estarlo.

Y es que de buen gusto estar un poco pasado de moda cuando se es un exaltado de la vieja escuela. Pero ojo, aquí no hablamos sólo de paleoizquierda barbuda y con coderas, porque su estilo retórico, qué digo retórico, ¡literario!, tan temeroso de evitar caer en la cursilería de la lengua de las mariposas, enlaza más con ciertos autores de los sesenta, alejados de la propaganda política

Se podría identificar al Burroughs de Expreso Nova en fragmentos como " enfrentamiento lesbianas nazi-emparejadas alemanas y nazie-emparejados aliadas", casi un homenaje actualizado al muchacho hermafrodita de color verde que se desliza por la copa de mezcal en la obra del autor americano. De todos modos no creo que se trate de una influencia para nuestro Alcalde-Presidente Mundial, que seguro ha leído más a otros autores en lengua española (aunque escribe "Rusia" con tilde, lo que me hace sospechar que puede que algo en catalán también ha leído). Por eso creo que el autor de este panfleto (prodigiosamente bien estructurado en Presentación-Nudo-Desenlace a pesar de la dictadura de la coma y seguido) es más bien un deudor furioso (y acaso bizco de ira) de una obra de Cortázar:


"HISTORIA CON UN OSO BLANDO

     Mira tú esa bola de coaltar que rezuma estirándose y creciendo por la juntura ventana de dos árboles. Más allá de los árboles hay un calvero y es ahí donde el coaltar medita y proyecta su ingreso a la forma bola, a la forma bola y patas, a la forma coaltar pelos patas que después el diccionario llama OSO.

     Ahora el coaltar bola emerge húmedo y blando sacudiéndose hormigas infinitas y redondas, las va tirando en cada huella que se ordena armoniosa a medida que camina. Es decir que el coaltar proyecta una pata oso sobre las agujas de pino, hiende la tierra lisa y al soltarse marca una pantufla hecha jirones adelante y deja naciente un hormiguero múltiple y redondo, fragante de coaltar. Así a cada lado del camino, fundador de imperios simétricos, va la forma pelos patas aplicando una construcción para hormigas redondas que se sacude húmedo.

     Por fin sale el sol y el oso blando alza una cara transitada y pueril hacia el gongo de miel que vanamente ansía. El coaltar se pone a oler con vehemencia, la bola crece al nivel del día, pelos y patas solamente coaltar, pelos patas coaltar que musita un ruego y atisba la respuesta, la profunda resonancia del gongo arriba, la miel del cielo en su lengua hocico, en su alegría pelos patas. "


domingo, 20 de noviembre de 2011

Hace dos noches soñé que estaba en un vagón el metro de París y me querían vender hachís. La piedra estaba en una hoja doblada de papel escolar, de ese con falsilla. No llegaba a verla pero la olía.

Es curioso que sueñe con estas cosas porque yo no he sido nunca mucho de la grifa, pero sobre todo es curioso que sueñe con olores. No me pasa muy a menudo. En uno de los pocos sueños olfativos que recuerdo, estaba salteando jamón cocido con tomillo.

lunes, 14 de noviembre de 2011

HH a 36,5°C


Hace unos días acabé las clases de danés. La semana que viene subo a teórica, y en un mes o así hago la parte hablada. Para celebrar el fin de las clases, me regalé un fin de semana en Hamburgo, visitando a Daniel. Siendo una visita relámpago tampoco tuve tiempo de ver mucho, y ahora ya se hace oscuro en seguida. Hamburgo tiene puentes y masas de agua, algún parque y autobuses mal equilibrados que se van de lado si el conductor no obliga a la gente a pegarse al lado izquierdo. Hacía bastante más frío que en Copenhague.

Aunque fui al teatro. Llevaba tiempo sin ver tanto lifting y tanta rinoplastia mientras, en el hall, esperaba al inicio de la obra, que estuvo bastante bien. Y como la cirugía plástica da hambre, me comí una hamburguesa al salir. Parece que en Hamburgo lo de la hamburguesa no tiene demasiada tradición, que el término es una cosa gringa. Pero la legimitidad de la experiencia importa poco cuando la experiencia en cuestión lleva tres lonchas de bacón gruesas como cinturones.


Pero lo más relevante del viaje ha sido el viaje en sí. Vamos, el tren. A la ida tuve cuatro horas de retraso porque un puente entre dos islas parece estar escacharrado y me metieron por otra ruta. Establecí una de esas amistades de viajante con una chica alemana que vive en Copenhague desde años e iba a Bremen al cumpleaños de su madre. La chica estaba en los treintaimedios, se veía que era una jevi encubierta (chaqueta negra de piel algo larga, joyería de acero, un cierto corte de pelo) y trabaja en el Ministerio de Transporte y estaba que trinaba. "Yo no estoy con lo de ferrovías, pero me van a oír el lunes cuando llegue a la oficina!". Estuvimos hablando de muchas cosas; su vida en la administración pública, los cambios con el nuevo gobierno, cierta saga contemporánea de literatura fantástica, y un exnovio suyo que sólo tenía un disco en casa, el The Number of the Beast, de Iron Maiden.

Al volver, esta vez sólo con dos horas de retraso, compartí mesa con una señora setentona de Colonia, ricachona y picaronamente extrovertida, que me metió en un sainete sin darme yo cuenta:

- Perdone - le dije al golpearle el pie accidentalmente al dejar la mochila en el suelo.
- Si usted cree que va a tontear conmigo de esta manera se equivoca, joven.
- Vaya, tan obvio he sido?
- Una tiene sus kilómetros y no se acalora así como si nada, pero que sepa que con sus avances me doy por aludida.

Me estuvo explicando que había estado hacía poco en Cádiz, y que le había hecho muy mal tiempo, que le parecía bien que se prohibieran las corridas de toros, que vivía por Lübeck, que era coleccionista de arte ("Tengo un rincón de temática africana en una de mis casas y me he comprado un cuadro con muchas zebras!"), que había estado en el ejército de secretaria (calculo que en los sesenta) y que claro, le gustaban mucho Gáudi y Dáli (más allá de Alsacia la 'a' se vuelve tónica).

También me dio bombones que sacó de su bolso plateado mate, y me dijo que era atea, pero que tiraba las cartas. Y que desde niña había tenido sueños proféticos, pero que su madre le dijo que se los guardara para ella y no los fuera diciendo, porque si sus profecías se cumplían para mal, la culparían de las desdichas que acontecieran. Antes de que se bajara, le pregunté cómo se llamaba, y me dijo que Hildegard. Y yo, que también soy ateo y no creo en la reencarnación, di un respingo.


En el ferry me encontré con unos amigos alemanes con los que iba a la ya finita clase de danés. Otro de los pasajeros, un chaval danés con demasiado flequillo, acarreaba una cornamenta de ciervo. Por la mañana, Verónica le ha sacado fotos al naranjo miniatura que hay en casa, regalado por mi compañero del trabajo Anders, que ahora está floreciendo. El naranjo, digo, no Anders. Anders está en Australia.