lunes, 27 de febrero de 2012

Carne y leones II - Praga


La cosa empezó en Praga. Tenía que ir a un curso de los que organizan para los que tenemos la beca esta. De todos a los que he atendido, éste ha sido el que más me ha gustado. Por los contenidos, digo.


Me tenían dicho que Praga era un sitio bonito, y es verdad. Da mucho respeto.


Por desgracia, y al tratarse de un viaje de no-placer, poco pude ver de la ciudad aparte de cuatro o cinco cosas inevitables como el reloj astronómico, el puente de Carlos, etc. No tuve tiempo de practicar un poco de clichelogía e ir a ver las cosas de Kafka y comprarme un cenicero del golem y las muñecas rusas que parece que tienen que tener para que las compremos los europeos del oeste como algo propio de allí. Lo más parecido a un cenicero de golem que vi fue este cortapatatas.


Miento si digo que no tuve tiempo de participar en los clichés de Praga. He aquí mi baño checo.


Y la última imagen, en la estación central, a punto de pillar el autobús a Múnich.


viernes, 24 de febrero de 2012

Carne y leones I


Anoche a las tantas volví a casa después de una semana y pico entre Praga y Múnic. En Europa Central les encantan dos cosas, a saber; la carne y los leones.


En Praga hay esto.

Y a pie de los Alpes me sirvieron esto.

El escudo de armas de Bohemia es un león blanco sobre campo de gules, y adorna también el famoso Puente de Carlos.

Un león de bronce bávaro pone los ojos en blanco cuando le saco una foto, como haciendo ver que no le gusta que le retraten. Supongo que es normal que los leones sean un poco presumidos.

 En cambio, a este lechón checo le pusieron aceitunas en los ojos para que nos diera menos reparo comérnoslo. Dos noruegos se me adelantaron y no me pude comer ninguna oreja.

 

Otro león, sorprendentemente realista, cerca de la antigua residencia de los reyes de Baviera, creo que delante de una iglesia amarilla.

Medio pato en un lecho de sauerkraut y de col lombarda con manzana, con una especie de polenta de pan que se come en la República Checa. El plato del fondo lleva camembert guardado en salmuera. 
 
Otro león en Múnich, supongo que hecho a partir de un dibujo de un mono.


"Viva carne!". Los hablantes de lenguas eslavas tienen problemas para usar el artículo definido, estoy casi seguro de que querían decir "viva la carne!".  



No todo ha sido carne-carne. Antes de pillar el autobús de Praga a Múnich, un sushi de nevera de supermercado. La caja tenía forma de corazón y las botellitas de salsa de soja, forma de pececito. El arroz era engrudo y serrín pero fui víctima del márketing.

 


 La autoconsciencia es muy importante. No sólo para los individuos, sino también para las sociedades. En esta brasería de Múnich unifican los dos temas centrales de la Europa ídem con mucha gracia.


domingo, 12 de febrero de 2012

ir, venir, sufrir

Tuve que ir a Barcelona unos días. Como soy catalán y se me junta el llevar y el traer, diré más bien que tuve que venir a Barcelona. Lo malo es que quien me llevaba y me traía (de cabeza) era Spanair.


Ante la imposibilidad de aplazar mis obligaciones y las ganas de escapar del febrero danés, me compré corriendo un vuelo con KLM, con escala, claro está, en Amsterdam. Al salir de Copenhague, como iba bien de tiempo, me puse la máquina de facturación automática en español porque las traducciones farragosas de este tipo de trastos suelen ser divertidas. Lo que encontré fue mucho más serio. Las máquinas de facturación automática saben más detalles de la vida sentimental de uno que la propia almohada. Miren, si no, mi estado civil.


 En el aeropuerto de Amsterdam estuve una hora y pico, que apenas me dio para mirar el escaparate de la tienda de Svarowski y las cosas en la tienda de Miffy. En este aeropuerto hay una zona de relax que ofrece lo mejor del campo, pero en hipoalergénico. Esto es un árbol de moqueta.


Esto en Ethnologue no sale, pero se conoce que el danés y el holandés son las dos lenguas germánicas que compiten por ser la más fea de su familia. Puede que ya me haya acostumbrado al danés, pero madre de Dios! Pensaba que a las azafatas les iba a dar algo cuando nos daban las instrucciones.



Ayer justamente me explicaron que en el himno holandés se sigue honrando al rey de España. Y opino que nosotros tendríamos que devolverles ese honor. Un país que tiene una entidad que se llama Rabobank merece más que simple respeto. En serio, Rabobank.

Al coger el tren en el Prat me encontré con unos tipos muy altos, con una curiosa fisonomía. Eran como personas aquejadas de acondroplasia, pero como de metro noventaipico, y no sabía yo de qué, pero me sonaban. Uno iba de payaso, una chica a su lado iba de pierrot, y otros dos iban de trapecistas. Se veía que la ropa les iba chica.
- Hola, somos tus enanos, mira como nos hemos puesto.

Y es que, lo que faltaba, que puto frío he pasado en casa. Ésta es la vista desde el comedor de casa de mi madre.


Pero lo peor se me viene encima en un rato;  esta noche duermo en Praga porque voy a esto.