martes, 11 de diciembre de 2012

Ciudad plegada II: espías y tinieblas

Pensaba que la parte museográfica de esta visita iba a ser más escueta porque me temía que no me daría tiempo de ir al Louvre.

De rebote, tuve que pasar por Arts et Métiers a hacer un recado. Puede que fuera allí donde se terminara por definir este interés en los museos de cosas hace unos cuantos años. Pero no he estado en ningún museo de cosas esta vez.

Estuve en la facultad de Bellas Artes en una exposición muy sospechosa que se llama Intelligentsia y trata sobre la interacción entre escritores rusos y franceses durante el siglo XX. Era un poco como de peli finolis de espías. Lo sospechoso era que, aparte de un servidor, que iba en anorak, sólo había hombres con gabarbina,


Con éste tuve que ir con cuidado para que no se diera cuenta de que lo estaba fotografiando a él.


Amparado por uno de los panles, le hice una foto al tercer caballero en gabardina y determiné que sería prudente salir discretamente.


Al acabar el curso, cuando supuse que los señores con gabardina habrían dejado de buscarme, me atreví a ir al Louvre. Disponía de poco tiempo, así que dediqué unas tres horas a las secciones italiana, española y holandesa, centrándome a lo que más me gusta del arte de academia: los bichos vivos y muertos, las manos y los pies.


Aprovecho para defender la consolidadísima canonicidad del buey y la mula en los Nacimientos, diga lo que diga este papa advenedizo y pelmazo.







La sección española no es muy grande, lo que hay son sobre todo Riberas. Qué gustico doméstico da el tenebrismo cuando uno vive en una ciudad tan protestantona y tan de diseñito.






También estaba Séneca, pasándolo fatal.

Y esta señora estupenda, a quien seguro que también le ponen los museos (ver más abajo).


La sección de arte británico es menor todavía, pero tienen el Pandemónium de John Martin entre otras horteradas del Romanticismo. El cuadro tiene su gracia, pero lo que me arrebata es el marco (el cartelito decía que era el marco original de la obra, hecho ad hoc).



Y claro, yo lo que iba a ver era la Muerte de la Virgen, de Caravaggio, que además de ser realmente bonito, tiene una historia bastante interesante, primero porque se pintó en una época previa a la promulgación del dogma de la Asunción (que vino después de la Segunda Guerra Mundial!), y segundo porque se dice que la modelo de la Virgen es una Nomen Nescio ahogada en el Tíber.





Pero estas chicas lo cuentan mejor que yo.

1 comentario: